Escocia

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domingo, 22 de agosto de 2010

Un tío con suerte

Correspondiente al sábado 21 de agosto de 2010, segunda mitad
Bettyhill - Tongue - Hope - Durness - Keoldale

Para empezar, hoy os encontráis con dos entradas, porque sí. Algún día puede que no haya ninguna. La verdad es que el motivo de fondo ha sido que el sitio donde he comido era perfecto para escribir un rato tranquilo, y así dejaba el tiempo mejorar un poco, como finalmente ha ocurrido.

Las novedades de la tarde consisten fundamentalmente en lo siguiente: más carretera y paisaje, pero ojo, diferente del anterior, y las cuestiones logísticas de rigor, incluida la cena, dignas de ser relatadas.

En primer lugar, el recorrido ha sido más impresionante que ninguno hasta ahora. Hay un momento en que la carretera llega al nivel de la orilla del lago Eriboll (que en realidad se forma con agua de mar) en que el escenario es sobrecogedor, hasta tal punto impresiona. El color del agua, su extensión, la dureza de las montañas de detrás, se junta con la luz, que era la propia de un día en que, tras llover, el sol consigue colar entre las cerradas nubes algunos rayos de sol, que se ven como fuego entre la oscuridad más absoluta del resto, que perece que está anocheciendo, cuando no es cierto.

Sobre esta ruta, no voy a decir más. Sólo voy a poneros unas cuantas fotos, porque tengo material que habla por sí sólo. Aquí van en estricto orden cronológico:










Pero, oh amigo, que llego a Durness, hacia las 19:35. ¿Qué hago? ¿Sigo o busco un catre bajo techado? La primera en la frente: contaba con la gasolinera, y veo que ha cerrado a las 18:00. La jodimos. Mañana es domingo, o sea, que según el cartel de la puerta abre, ¿a qué hora? La jodimos más: los domingos no abre. Pues teniendo en cuenta que no recuerdo haber pasado ningún surtidor en las últimas horas, que tengo combustible para 80 millas (he cambiado la información de autonomía del coche a millas, para evitar errores, je, je), y que no tengo idea de dónde está la siguiente (y la próxima localidad de mi ruta comparable a Durness según la guía, y joder con Durness, es Ullapool, para la que quedan unas 100 millas), preguntaré: si me dicen que hay suministro a una distancia razonable, tiro mañana; que no, atrapado hasta el lunes. Es lo que mola de estos viajes…

Segunda pifia: los B&B que he venido mirando en los últimos kilómetros tenían al cartel de No Vacancies. Eso es malo. Los de la localidad, idem. Eso es peor. Veo un hotelazo, por la pinta, no por el tamaño, llamado Mackay’s. Fachada de piedra, ventanales de madera… Una pinta de morir. Entro a una recepción pequeña, una mezcla de diseño moderno y rústico, con muchísimo gusto, y un olor a Lirios que te hace creer que acabas de venir al mundo. Esa sensación se pasa cuando te dice la chica de recepción, encantadora es decir poco, que ni hay vacancies, ni se las espera. Pero ni corta ni perezosa, ¿qué me ofrece? La casa de su madre. Bueno, la cosa no era tan apetecible como parecía (su madre opera un B&B), pero podía valer. Llamada por teléfono a Mum y… agua: No vacancies. Siguiente cartucho: sigue esta calle para arriba y donde el viento da la vuelta, ahí hay un B&B majete que puede tener sitio. Si no, ellos te dirán; y si no te dicen, vuelve y te digo yo.

O sea, que corto de gasolina y además mareando la perdiz. Las buenas noticias son que la chica me dice que a unas 30 millas hay un pueblo con gasolinera autoservicio, es decir, credit card 24hh, que en estos momentos es mi sueño. Además, es una distancia razonable, por lo que si llego allí y me encuentro con un palmo de narices, tengo combustible suficiente para volver y cagarme en su padre; pero eso, en todo caso, lo dejamos para mañana, una vez resuelto (o no) el alojamiento de esta noche.

Para entonces yo ya había echado el ojo al camping del lugar, que aunque reducido, no parecía completo, y el sitio era la pera. Como, literalmente, dice la guía: “Ofrece la posibilidad de plantar la tienda al borde mismo del precipicio y dejar que cuelguen los pies sobre el vacío mientras se admiran magníficas vistas de las revueltas aguas del Atlántico”. Hombre, aunque es peligroso si eres de los que se dan la vuelta durmiendo (haciendo la croqueta puedes acabar despeñado), el lugar es muy bonito, y en cierto modo me apetecía lo de ser el campista de Vamos Bubu, que han llegado unos campistas, que decía el oso Yogi.

Aunque, la verdad, me puede el orgullo, y lo de tirar la toalla a esas alturas, como que no. Total, que ahí me he ido a la búsqueda del B&B, con el nombre apuntado en un papelito, y unas indicaciones sobre el cartel de la carretera, su color y su ubicación. Una leche: me he salido del pueblo como para un destierro, y nada.

Pero mira tú, que veo a lo lejos, más allá del destierro, un cartel al lado contrario del que me había dicho la Miss. Pues vamos allá. Y tomo una carretera por el enésimo y cada vez mayor lago (en realidad, es mar) hasta un grupo de tres solitarias casas. La primera, cuando me acerco, veo que es como un viejo almacén. Y giro a la derecha para ir hacia las otras dos. La segunda, una casa estupenda pero sin cartel de B&B. Ooops, sólo queda una. Y a la tercera no le veo tampoco el cartel, ¡mierda!


¡Pero sí! Lo tenía, pero un poco inaccesible: Vacancy. Joder, macho, ¡qué potra tienes! Me bajo del coche y se me acerca una niña regordeta de unos 12 años. 40 pounds. Bueno, la casa tiene una pinta cutrilla, pero no está el horno para bollos. Ok.

Ritual de llave, habitación, etc. y me largo a cenar, con el run run de que no me da muy buena espina el ambiente de la casa, no sé por qué. Había un adulto en el salón, una mujer, mirando por la ventana, pero me ha atendido sólo la niña, alucina.

El caso es que me voy a cenar, y qué cena. Abreviando, que me duele todo: vuelvo al hotel de antes, que por el ventanal había visto el restaurante y era un primor. Le pregunto a la misma señorita y me dice (y aquí yo ya me he puesto a reírme sin ningún disimulo, porque se puede tener suerte, pero esto es demasiado) que hay una mesa libre porque, aunque hay que reservar con tiempo en esta época del año, el señor en cuestión no se ha presentado. Toma, toma, toma…

En fin, que mesa para cuatro (el resto de servicios no los han retirado durante la cena, lo que ha generado la errónea impresión al resto de comensales de que me habían dado plantón, cuando no era cierto). Aparte de tener Señorío de los Llanos Gran Reserva y Codorniú Reserva Raventós en la bodega, bajoplatos de piedra verde, música del Nueva York de los años 20, fotos antiguas de la zona por las paredes (¡encima, a mí!) y una réplica de Andy Warhol (no de un cuadro suyo, sino de él mismo) en la mesa de al lado, nada que destacar. La comida, eso sí, muy buena, principalmente un solomillo de las Highlands, que estaba esperando para probarlo a llegar a un sitio de fiar, y éste me lo ha parecido. ¿En qué punto quiere la carne? Que diga Muuuuu. Entendido, azul. Eso.

De vuelta al B&B, me sale a recibir un adulto, ahora sí, y me dice que la niña se ha equivocado, y que el precio son 30 pounds. Tócate la nariz. Y he estado hablando un rato con Steve en el pasillo, un tío majete. Va a ver si me consigue B&B en Ullapool para mañana, que puede estar difícil, pero como su mujer es de allí. Mujer que, por cierto, aún no ha vuelto de trabajar un sábado a las 21:30. Esta es una casa de trabajadores, donde reciben muy, muy bien al que llega. Error en la primera impresión. Es lo que tiene. Mis disculpas más sinceras.

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