Escocia

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jueves, 12 de agosto de 2010

La Union Jack en la Bahía

Correspondiente al jueves 12 de agosto de 2010

Las estadísticas lo decían; nuestros encuentros por las carreteras de la península, también. Daba la impresión de que el Ferry Santander-Plymouth lo usaban fundamentalmente británicos para traer a España coche, bicicleta y crema solar (para no usarla). Porque a ellos les vemos por nuestra tierra, con sus matrículas escritas en negrita sobre fondo blanco o amarillo (como diciendo I'M BRIT), pero no sabemos de muchos compatriotas nuestros que hagan lo propio.

Para el que dudara de las estadísticas y los tópicos: comprobado. Hoy, en el puerto de Santander, las colas de acceso al ferry (breves y eficientemente gestionadas, todo hay que decirlo) eran 95% británicas. No sólo les delataban las matrículas; también las caras largas, porque estaban de vuelta de sus vacaciones; bueno, largas, cansadas y coloradillas. Eso sí, pueblo civilizado el de los súbditos de Elizabeth, sin una voz más alta que otra, impaciencia alguna o el menor aspaviento.

El acceso al barco, en coche, es rapidísimo. Aparcas como si estuvieras en el Hipercor, y te subes a tu camarote con el equipaje imprescindible para la  travesía (que para algunos es bastante, la verdad, no sé qué partido esperan sacar a 20 horas, pero a excepción de los skies y la Thermomix se han subido todo).

Y uno circula por unos ascensores, vestíbulos y pasillos casi de resort del Caribe (y yo esperando encontrar las estrecheces propias del Octubre Rojo, el submarino a cuya caza se lanzaba Jack Ryan, no la revolución en sí). Pero nada, este edificio flotante de diez pisos (que sí, que en un barco no hay pisos, sino cubiertas, ni más cuerda que la del reloj, sino cabos, aunque en este tampoco hay cabos) se mece tirando a poco y ofrece todas las comodidades que un spring braker podría soñar, incluidas ofertas de Por 3 pintas de cerveza, la 4ª te sale gratis (literal, traducido claro). Yo les invito a una ronda, que en caso de que el edificio colapse, mejor que los rivales en la pugna por las balsas (las he contado, y me parece que no cabemos los de tercera clase) estén lentos de reflejos.

La agenda para el que quiera amortizar el pasaje como es debido, siguiendo el perfil del que va a una boda para zampar para toda la semana, es muy apretada. No habíamos zarpado (tampoco zampado) de Santander y ya anunciaban la proyección de dos películas en el cine de a bordo. Lamentándolo mucho, por los Yo lo he pagado, así que me lo llevo, eran simultáneas. Mala suerte, una se la pierden. Yo, las dos.

Y no habíamos salido de la bahía cuando anuncian la apertura de la piscina, en la que comenzaba una apasionante actividad empañada por un fenómeno Lost in translation. Lo que pasa cuando haces una travesía Spain-UK en un barco con nombre francés (Pont Avon), es que, para empezar, por megafonía dicen todo en tres idiomas (francés, inglés y español, por ese orden), y no necesariamente dicen lo mismo.

En resumen, que quienes acudieran a la llamada en las respectivas lenguas de Shakespeare o Baudelaire, se encontraron practicando la pesca del tesoro en la susodicha piscina, con una alta carga de connotaciones de guiri-torremolinero. Y los que se dejaran seducir por los cantos de sirena en la lengua de Cervantes, se sintieron llamados a la pesca con caña. Y prestos se fueron a popa a esperar que les dieran su correspondiente utensilio, que habían oído que el bonito del norte viene mucho por aquí. En fin, una escena más modelo Los Serrano, lo que viene siendo un suponer.

Y es que no nos respetan, en cuanto pueden nos hacen el lío. Pero, ¿cómo es posible que yo circule por el Paseo de Pereda a las 13:45 y embarque a las 13:00? Pero, ¿en qué cabeza cabe, alma de cántaro? Pues en la de los ingleses, macho, que según me incorporo al paquebote me dicen que a bordo rige el horario británico; enfrente de Puerto Chico y una hora menos, con dos coj...

Pues se van a enterar. Insumisión. Yo la hora de mi reloj Kalenji del Decathlon no la cambio. Verás como mañana me apee antes de tiempo, a 60 millas de la costa. Yo lo siento por el reloj, que es sumergible, pero poco.

P.D: Esta noche tiene lugar la lluvia de estrellas más intensa del verano, las Perseidas van en moto. No olvidéis mirar al cielo.

1 comentario:

  1. Intenté ver esa lluvia de estrellas, pero el cielo británico estaba cubierto por esa tapa de la cacerola que normalmene se mantiene cerrada. Imposible ver un trozo de cielo!

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