Escocia

Escocia

jueves, 19 de agosto de 2010

Al ralentí

Correspondiente al jueves 19 de agosto de 2010
Wick - John O'Groats - Gills Bay - St. Margaret Hope (por Ferry) - Kirkwall

Hoy a tocado un día de revoluciones relativamente bajas. En parte, porque tenía el ferry en la mismísima mitad del día, y eso limitaba, aunque sólo duraba una hora de trayecto, más media de check-in, embarque, desembarque, etc. Y en parte porque tocaba día tonto, de tomar las cosas con más calma después de la tempestad, y antes de la que desataré mañana.

Antes de embarcarme no he querido jugar con fuego con el horario, y sólo me he puesto como objetivo el Wick Heritage Centre. No pensaba yo que fuera tan fiero el león como lo pintaban: por todas partes hablando de los infinitos premios que ha recibido, lo maravilloso que es, que la Reina en persona ha venido a inaugurar no sé qué sala y les dió no sé qué galardón... Me pasa por hablar: casi pierdo el Ferry.

En un viaje de estos, casi lo último en lo que pienso es en meterme en un museo. Soy más de ver paisajes, observar cómo viven los locales, o cómo lo hicieron en el pasado (por eso visité el castillo el otro día), comer lo que ellos comen, beber lo que beben (pero aquí en menor cantidad), procuro enterarme de los 4 o 5 hechos históricos que llevan grabados en el ADN, que cada pueblo tiene los suyos, y esto define cómo miran el mundo, y si hay mucho fellow turista me fijo en ellos, porque somos una fuente inagotable de ridículo, y eso entretiene.

Amigo, este es el tipo de museo que me alucina. Para empezar, está llevado por unas adorables Miss Marples de manera altruista, y se nutre financieramente de las entradas (que la señora me ha dicho "3 pounds" y me ha preguntado si me parecía bien, como diciendo "Si es mucho, dame lo que puedas", ¿qué pintas llevaré? Eso o forma parte de la cultura altruista de la Wick Society, titular del museo, y pensaba financiarme la entrada, no sé), así como de la venta de fotografías (ahora os explico). Además, en determinados momentos ha recibido donaciones en metálico de benefactores ilustres a los que, en agradecimiento, se ha dedicado una chapita, un banco o lo que se terciara. Pero, ¿cuál es el alimento principal del museo? Porque todavía no sabéis ni qué narices exhiben, ya lo sé, forma parte del suspense...

Básicamente, los vecinos del pueblo deben de tener síndrome de Diógenes, y han guardado absolutamente todo durante los últimos 200 años (¡Guárdalo, Paco, que nunca se sabe cuándo puede hacer falta!) Y les hizo falta. Parece ser que, y de nuevo la guía acertaba, este lugar tuvo un extraordinario momento de esplendor económico, fundamentado en la pesca, y muy en especial en la del arenque. Hubo un momento en que la población de la ciudad, de unas 6.000 personas, pasaba en temporada de pesca a más de 12.000 entre marineros y sus esposas, que venían de muy lejos a trabajar, unos en el barco, ellas en el puerto limpiando pescado, arreglando redes, lo que fuera. Pero en los años cincuenta (del siglo XX) el último barco se fue y ya no volvió, tras una gradual decadencia.

Hoy Wick lleva en el alma una profunda nostalgia (este, sin duda, es el acontecimiento histórico que marca a este pueblo), que hace más de diez años decidió canalizar a través de la Wick Society y el museo que he visitado hoy. Para tener una idea general del sitio, no imaginéis un gran edificio, sino más bien un local comercial en una calle desierta. Entras, y te recibe una anciana que, para atenderte, ha dejado la conversación que tenía con alguna colega del proyecto y cualquier otra persona, porque aquí todo el mundo es bienvenido en una conversación. Tras la cuestión del ticket, me da una primera vuelta por las salas para que no me pierda, y ¡menos mal! Porque no es un local, es un laberinto de plantas superiores, inferiores, huecos a derecha e izquierda, patios, escaleras y jardines. Pero te acabas apañando.

Y es que la distribución refleja exactamente cómo se ha erigido el museo: con aportaciones de cada cual. Da la impresión de que el inmueble también fue "aportaciones de cada cual": del local de entrada se extiende una sala hacia el fondo, otra hacia la derecha, de cualquier sitio sale una escalera, de otro un patio, como si los propietarios de las casas adyacentes hubieran ido donando metros según vacíaban armarios. El resultado tiene mucho, pero que mucho encanto.

Pero, como comprenderéis, no es la planta del edificio lo interesante. El contenido es completamente evocador, te transporta. Por salas (por llamar de una manera formal a los irregulares espacios que ocupan), presentan diversas temáticas: pesca (que incluye maquetas de barcos, redes, emisoras de radio, barcas, arpones balleneros, la fabricación de barriles para el pescado, un horno en el que ahumaban arenque y al pobre operario que trabajaba dentro acarreándolos, y, no os lo perdáis, un faro como el de Tin Tin, bueno, sólo la luz, si os parece poco), una recreación de seis estancias diferentes de una casa de la época (finales del siglo XIX), un increíble archivo fotográfico (incluyendo la reconstrucción del laboratorio del artista, y su equipo original de entonces).

Pero, ¿por qué gusta tanto? Porque, por lo dicho hasta ahora, bien podría ser un ladrillo, que es lo que teme uno al leer la guía (pero es que yo iba por las fotos, nada más). Impresiona porque está hecho con un cariño absoluto. No es de los sitios donde dicen haber montado una sala dedicada a la pesca (bueno, estos cuatro), y plantan una vitrina con tres cosas repetidas. Las salas están abarrotadas de objetos, todos curiosos y la mayoría diferentes, pero lo extraordinario es la colocación. La naturaleza irregular del inmueble sería un quebradero de cabeza para cualquiera, pero no para las señoras de la Wick Society, que han jugado al Twister como nadie para que todo encaje, haciendo de la necesidad virtud, aprovechando espacios aparentemente inútiles para montar un expositor que nadie hubiera soñado conseguir, por imposible (como, por ejemplo, meter el faro en la casa). Imagino que para el trabajo manual se habrán llevado a los nietos, que habrán intentado poner pies en polvorosa al ver el percal.

El caso es que hay cosas suficientes para decir "lo que se habrán dejado en la trastienda", pero todo está tan pensado, que nada sobra.

Y, cómo no, llegamos a la exposición fotográfica. Las obras expuestas, puras curiosidades, por antiguas, y por la buenísima calidad y conservación. Pero lo mejor llega en la última sala, cuando, para ahorrar espacio, en lugar de colgar todas en las paredes, que necesitarían 40 Wicks (tienen 70.000 instantáneas, unas en propiedad, otras cedidas), disponen una mesa enorme a modo de biblioteca, y ponen los álbumes a tu disposición (entiendo que no eran las 70.000), clasificados por temas (deportes, oficios, barcos, personas, etc) e indexados, para que sepas a qué corresponde cada foto, y te dejan allí, a tu ritmo (lo que decíamos de la confianza, ¿os suena?). Y yo, mirando el reloj, que pensaba salir de allí con hora y media para el ferry, y quedaban 55 minutos (Señor Lobo, asísteme con tu Acura).

Finalmente, he tenido que retirarme con las ganancias, no sin antes regañar a Miss Marple #2 por no tener editado un libro con una buena muestra de las fotografías, porque eso es lo típico que un servidor paga a 40 pounds sin rechistar, y con una sonrisa de oreja a oreja cada vez que luego, a la vuelta, ojea de nuevo el libro en casa.

El puntito triste lo pone el ver que viven en cierta nostalgia, en plan "El Crepúsculo de los Dioses", pero sin ira. Es duro sentirse que una vez uno fue más de lo que ahora es, y que nadie te respeta como antes, que creo que es lo que les pasa (los hechos históricos relevantes para la identidad cultural de Escocia, no lo olvidemos, tienen que ver con que Inglaterra les ningunée, y el aspecto industrial y pesquero fue un campo más, probablemente).

Respecto a lo del libro, ya he caído con Jack Vettriano, un pintor de la tierra que se hizo famoso a nivel mundial, alcanzando algún cuadro suyo casi el millón de dólares, ¡y aún está vivo! Urbanita, con trasfondo cínico, buen conocedor de hombre y mujer, que plasma en sus cuadros las bajas pasiones y las debilidades de ambos. Me llevo 2 recopilaciones. Y a vosotros os dejo la imagen de su obra más conocida, seguro que os suena aunque no supiérais que el autor se llamaba así, como me pasaba a mí hasta este viaje (si me pilla Ramoncín, paso el cepillo, ¿eh?):


¿A qué no imaginábais que tuviera nada que ver con Escocia? Yo tampoco. Como la creación de la industria petrolera, la aplicación del motor de vapor en la industria de manera generalizada, la televisión (inventaron el aparato y realizaron la primera retransmisión, la primera sonora y la primera exterior), el teléfono... El mundo sin Escocia, no sería lo que es.

Y para cenar, he visitado a unos viejos parientes, míos y vuestros. Bueno, he tenido en la mano sus utensilios, visitado su casa, y entrado en sus tumbas. No me he bebido su whisky porque no les quedaba. Son unos parientes tan viejos, que hoy tienen entre 2.000 y 6.000 años, ahí es nada, ni Marujita. Pero no me he quedado a cenar porque las águilas no habían dejado más que los huesos (Eagles' Grave). Curioso, pero me ha decepcionado que no tenían un faro en el comedor, como en Wick. Parece que no sólo yo estaba al ralentí...

P.D: Como me ha llegado que la gente de Discotr.es está siguiendo este viaje, esto es para vosotros, para que véais que os llevo presentes. Un abrazo fuerte:

1 comentario:

  1. Burgman, una crónica escrita el mismo día al que corresponde, te estás retirando pronto y te estás relajando!!!

    Muy buena, si señor, muy buena.

    Ya tienes algún incondicional en Discotr.es que se han leído todo el blog y seguro seguirán haciéndolo. Alguno ha propuesto que hagas una ´crónica´ del viaje para el foro a tu vuelta con muchas fotos.

    Saludos desde España.

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